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Richard Páez, el hombre que transformó la «Vinotinto» e hizo milagros con Millonarios en Colombia

9 junio, 2011

Después de un primer torneo para el olvido, Richard Páez parece haberle encontrado la mano a Millonarios. Sin duda, el apoyo de la directiva en los momentos difíciles y contar con la parte institucional en orden, han servido como punto de apoyo para que el equipo esté peleando su cupo a la final. Y el venezolano, a punta de locuras y buen manejo de grupo, se ha salido con la suya.

Casi nunca estamos de acuerdo con su lectura de los partidos, normalmente sale con un disparate a la hora de hacer los cambios, a veces le funcionan pero la mayoría de veces, no. Tiene un equipo que falla continuamente en el regreso cuando se pierde la pelota en ataque. Insiste con dos centrales de las mismas características. Cree como ninguno en Tancredi. En fin, un mar de situaciones que darían para una campaña pobre como las de los últimos cuatro años. Pero algo tiene este Páez que lo diferencia de los demás.

Lo primero es el manejo del grupo. En este Millonarios no hay titulares ni suplentes. Todos, hasta los arqueros, han rotado. Y eso hace que en la semana todos se maten por un puesto en el once titular y estén comprometidos con la causa.

Lo segundo es su intención ofensiva. Este Millonarios es un equipo siempre preocupado por buscar el arco contrario, tiene variantes con velocidad, con la pelota al piso y en el juego aéreo. Además, cuando el grupo está unido, tener intenciones ofensivas cobra un doble valor. Son como guerreros de la inolvidable película Corazón valiente. Unas veces ordenadas, otras veces no tanto, pero siempre con la cabeza puesta en la presa. Y eso, tanto en lo anímico como en lo futbolístico, se le debe al entrenador.

Finalmente, a Páez hay que rescatarle su serenidad en los momentos difíciles. Cuando todos pedíamos su cabeza en los instantes en que no se veía luz, cuando el equipo no se veía bien ni en lo individual, ni en lo colectivo, ni con balón ni sin el, Páez, un poco terco, un poco obstinado, insistía en que su equipo era superior a todos los demás, causaba risa, rabia y al tiempo ternura por su innegable nobleza. Pero nunca se dejó sacar de casillas. Jamás una respuesta irrespetuosa a los interrogantes planteados, nunca se le vio desesperado.

No sé si este Millonarios salga finalmente campeón. Lo que es cierto es que parte de la grandeza está de vuelta. Y hay varios factores que influyen. Con la casa en orden, todo es más fácil. Pero al frente de la parte deportiva hay un verdadero líder, y así como tanto palo le dimos en su momento, es justo reconocerlo. Richard Páez logró lo que muchos en algún momento, pensábamos que era imposible. EL ESPECTADOR