La inminente difusión de nuevo material confidencial por parte de Wikileaks ha provocado una campaña diplomática contrarreloj de Washington para prevenir a otros países sobre los documentos que aparecerán en los próximos días.
La mayoría de ellos parecen ser despachos diplomáticos de las embajadas norteamericanas con múltiples referencias a la política de terceros países.
El Gobierno británico ha comunicado a los medios de comunicación que no desea que se publiquen ciertos documentos. Lo ha hecho a través de las ‘DA-Notices’, un sistema por el que se solicita, no se ordena, que los medios no hagan públicas informaciones que puedan perjudicar a la “seguridad nacional”.
Los medios no están obligados a obedecer, aunque es habitual que lo hagan, entre otras cosas, porque ya se utiliza de forma selectiva.
La última vez que los medios recibieron estas comunicaciones fue en abril de 2009, cuando un alto cargo policial entró en Downing Street llevando bajo el brazo documentos sobre una operación antiterrorista que se estaba produciendo en esos momentos.
Las imágenes obtenidas por los fotógrafos permitían leer los documentos, y el Gobierno solicitó que esa zona de la foto fuera difuminada.
Lo único que se sabe de los documentos que el Gobierno no quiere que se conozcan es que están relacionados con dos de los cinco asuntos a los que afectan las DA-Notices: operaciones y planes militares, y operaciones de los servicios de inteligencia.
Los medios de comunicación británicos se mantienen en silencio sobre esta petición. La información se ha conocido porque ha sido inicialmente hecha pública por Wikileaks y más tarde citada por blogs.
El director de The Guardian, Alan Rusbridger, ha reconocido en su Twitter estar “perplejo” por la petición del Gobierno, ya que las dos órdenes no tienen en principio nada que ver con el contenido de los documentos. (Con información de Público.es)