La perspectiva que un guerrero samurái podía tener hacia la muerte, no está relacionada ni va unida a un final seguro o repleto de súplicas, sino más bien a la defensa de su dignidad y honor pese al extremo dramatismo de su decisión. Las circunstancias son las que determinan su suicidio, y en base a las posibilidades, escogen la salida más honorable que un final les puede brindar.
El método llevado a cabo para poner en práctica su última voluntad, era entre otros el seppuku o destripamiento de manera literal, es decir, lo que el mundo occidental reconoce con la denominación de hara-kiri (escrito también haraquiri), lo que en japonés viene a significar la acción de rajarse el estómago. Una acción evidentemente que requería un alto grado de valor y estoica entereza, suponiendo en la mentalidad del guerrero nipón un bálsamo imperecedero para su reputación. En sí, este ritual realizado por la élite militar que realmente fue lo que representaron los samuráis se remonta la época medieval, el siglo XII para ser más exactos, y deja constancia de la directa relación con su propio sentido de la vida y de su esencia, junto a una para nada desdeñable carga de matices filosóficos entroncada con su férreo código ético o bushido. Así el hecho de que el vientre se consideraba el centro físico del cuerpo, en el cual reside el espíritu, nos dice mucho de sus claras intenciones con el objeto de liberar su alma y redimirse para la eternernidad. MAS DETALLES