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Un viaje por el cementerio de los sicarios

17 diciembre, 2010

“La mayoría aquí, son muertos por violencia”, dice José. Los familiares de las víctimas también apuntan a la violencia como causa de muerte en Ciudad Juárez, como si la violencia fuera una epidemia incontrolable.

El Panteón San Rafael, conocido entre los juarenses como el panteón de los pobres, ha recibido en los últimos meses a cientos de víctimas del crimen organizado, muertos por alguna bala perdida, una masacre o una “confusión”.

Como última travesía, criminales y víctimas recorren más de 40 kilómetros desde el centro de Juárez,  pasan por zonas desérticas, varios deshuesaderos (depósitos de vehículos inservibles) y un inmenso relleno sanitario para llegar hasta aquí.

A pocos días de su final, el año 2010 ha sido el más violento en esta ciudad, según la Procuraduría General de Chihuahua que informó se han cometido 3,000 asesinatos este año.

José, encargado de cavar las tumbas y que prefiere que su verdadero nombre no se de a conocer, calcula que en promedio, cada día llegan dos “muertos de balas”. “Hay días muy buenos en que llegan puros enfermos, hay otros en que nos llegan de 10, 20 ejecutados. Un montón de chamacos, con menos de 20 años”, relata mientras limpia de su rostro el polvo que arrastra el viento caliente.

Cuarenta hectáreas de arena repletas de cruces, muchas sin nombre y sin mayor registro que una clave de investigación judicial. Es el cementerio de los muertos olvidados, muchos de ellos no reconocidos. Todos involucrados, de alguna manera, con el crimen organizado, según las autoridades municipales.

Los visitantes a este espacio estéril la conocen como  la fosa de los sicarios. Según cifras ofrecidas por el gobierno de Chihuahua, en 2010 se han inhumado 99 cuerpos no identificados; en 2009 fueron 183 y en 2008, 24. MAS DETALLES