Los agentes de policía de la localidad tunecina de Sidi Bouzid probablemente no habrían confiscado el puesto de frutas y verduras del joven Mohamed Bouazizi si hubiesen intuido las consecuencias de ese pequeño acto. Lo hicieron, sin embargo, y ese gesto desató una grave reacción en cadena que comenzó el 17 de diciembre pasado con Bouazizi prendiéndose fuego públicamente y terminó ayer, tras semanas de protestas, con la huida del país de su presidente durante los últimos 23 años, Zine Abidine Ben Ali.
El joven de 26 años, que se inmoló en un gesto desesperado ante el Ayuntamiento de su pueblo, tenía un diploma universitario en Informática, pero estaba en paro, como el 14% de la población tunecina y la mitad de los jóvenes de los países árabes, según un estudio del Programa de Desarrollo de Naciones Unidas y la Liga Árabe. Su puesto ambulante era la única fuente de ingresos con la que podía ayudar a subsistir a su familia. La rabia, la ira y la frustración de verlo desaparecer ante sus ojos le empujó a un martirio público con un resultado sin precedentes en Túnez. MAS DETALLES