La tragedia de Arizona ha puesto de manifiesto cuan delgada es a veces la línea que separa la retórica política de la violencia. La crispación, la estrategia de polarización para movilizar al electorado diseñada durante la Administración de Bush, ha encontrado imitadores también en España. Pero el precio de su éxito es una democracia de baja calidad
En España, no hay más polarización política ahora que hace 10 años. Las distancias ideológicas entre los partidos son prácticamente las mismas. Sin embargo, sí hay crispación y, al igual que en Estados Unidos, ésta es asimétrica. Al margen de episodios puntuales, como el de Murcia, en el que los implicados no son partidos sino ciudadanos concretos, es la derecha la que tiende a desencadenar la tensión en la vida política española. Y lo hace porque le es rentable. MAS DETALLES