Cuentan con servicios especializados de neuro-estimulación, terapia que se realiza con un masajeador electrónico. Personal paramédico, debidamente uniformado, frota el equipo suavemente sobre los glúteos de los huelguistas para aliviar los efectos de las horas de fatiga acumuladas sin hacer nada.
Si Gandhi estuviera vivo con seguridad sería hoy mi entrevistado. Y, aunque indudablemente hay un millón de preguntas que hacerle, yo sólo le haría una motivada por mi experiencia del pasado jueves. Fue en la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV) donde se dio cita un grupo de estudiantes para informar la realización del pre-Congreso estudiantil que se celebró ayer, y para repudiar «la huelga de hambre» que se lleva a cabo en la avenida Francisco de Miranda.
«Esos chamos desayunan, cenan y de paso meriendan» decía Miguel Moreno, estudiante de la universidad. Y agregó: «Vayan a ver si pueden entrar a los baños portátiles de los que supuestamente están en huelga, pues los tienen bajo llave con candado, porque ahí guardan la comida».
Esta afirmación tan precisa me motivó a dirigirme al lugar esa misma tarde. Allí pude constatar la privilegiada atención que están recibiendo «los huelguistas», quienes cuentan con carpas, cómodos colchones y almohadas, gruesas, cobijas, televisión, mini- equipos de CD, baños temporales y computadoras portátiles con Internet.
Y por si fuera poco, cuentan con servicios especializados de neuro-estimulación, terapia que se realiza con un masajeador electrónico. Personal paramédico, debidamente uniformado, frota el equipo suavemente sobre los glúteos de los huelguistas para aliviar los efectos de las horas de fatiga acumuladas sin hacer nada.
Pero lo que más me sorprendió fue la fortaleza física que muestran los presentes pese a tener supuestamente más de 15 días sin comer. Sin embargo, este hecho pronto tuvo una respuesta.
Me agaché para pedirle a uno de ellos que me permitiera entrevistarle, cuando alguien detrás de mí, que seguro no se percató que yo era periodista, le dijo: «¿Vas a comer?». El joven quedó congelado ante mis ojos. No supo decir sí o no. Yo también me quede estático para ver si soltaban algo más, pero lo único que dijo fue: «quiero ir al baño».
Enseguida se levantó y su delator lo llevó. Ahora me pregunto ¿Qué diría Gandhi de estos huelguistas de hoy en día?. CiudadCaracas