Existe un añejo debate entre si el uso de drogas psicoactivas puede potenciar los alcances de un escritor, favoreciendo su prosa o su poesía, llevándolo a jardines alternativos de realidad donde puede fluir el Logos de forma cristalina (lengua crisálida), o si alterar los sentidos es siempre un embotamiento de la lucidez concienzuda y permanente de quien encuentra la claridad en la esencia inalterable de las cosas. La respuesta es sí.
Evidentemente utilizar ciertas sustancias químicas o naturales puede aguzar el hemisferio cerebral encargado de procesar el lenguaje, llegando a veces a la hiperestesia del verbo. También es evidente que para muchas personas -psiques únicas- consumir drogas puede distorsionar su percepción, y abusarlas puede hacerles perder la magia natural.
De cualquier forma la relación entre las drogas y la literatura es estrecha y en sí misma históricamente estimulante. Las palabras, como los porros o los ácidos, también son drogas. MAS DETALLES