Saltar al contenido

Obsesión por Chávez acabará con Colomina, Nitu, “Sacha” Villegas, Leopoldo Castillo y Marianela Salazar

27 marzo, 2011

Los oposicionistas patean la arena cuando escuchan sus humorismos. Sin ellos morirían de tristeza, pero Chávez los necesita y por eso los oxigena. No les teme porque los tiene domesticados. ¿Qué sería de la oposición si un día Alo Presidente deja de salir al aire? Sería catastrófico. ¿Se imaginan no tener otro argumento para el debate?

Un Chávez mudo pariría una oposición inmutable. Que hable Chávez.Por favor que diga algo. Igual el monigote de la noche que los encapuchados de la WEB, todos esperan la instrucción de Miraflores. Si Chávez no aparece cunde la angustia; sin sus estridencias el país se muere de aburrimiento. Un ruego, una súplica, que hable Chávez, que nos deleite con sus trapos rojos.

¿Viste al ridículo de Chávez vestido de magistrado, graduando a los burros de la UBV? ¡Esta es la última, Chávez vestido de mecánico! Se multiplican las preguntas. Así son las cosas en un país donde apenas unos cuantos casos de AH1N1 hacen que un gentío use tapabocas y guantes, mientras que hay miles de casos de VIH y nadie quiere usar condón.

El realismo mágico y Chávez haciendo de Mamá Grande con su poder omnímodo y manipulador aplastando a los censuradores. Si Chávez no habla vendría un deslave. La oposición aguarda impaciente por la voz del “Mesías” que le quita el sueño. Panegiristas y ofensores, todos esperan por el humo blanco del supremo.

Chávez lo sabe y cuando quiere verlos locos suelta una de sus perogrulladas, como esa del capitalismo marciano. Por el camino que lleva, Chávez va a matar a Colomina, Nitu, “Sacha” Villegas, Leopoldo Castillo, Marianela Salazar y a toda la fauna de este Macondo mediático.

Cada día la gallega Marta despierta sobresaltada con el sabor a cobre que le deja en la boca el imaginarse en los brazos de su fijación sexual. Lo peor es que este Chávez lo sabe y sádicamente se regodea con su tormento, con la alucinación de sus opositores.

Cuando Chávez escucha las letanías de “Sacha” Villegas respira profundo porque advierte que puede dormir tranquilo, con manganzones así de enemigos, ¿quién no? Entretanto el único magnicida conocido es Laureano porque mata de la risa a Chávez con sus caricaturas.

Las mojigaterías de Teodoro sustituyen los cuentos de la infancia, porque gracias a Chávez tiene trabajo por primera vez en su vida. Al fin Teodoro podrá pagar un recibo de luz y teléfono con plata de su propio bolsillo.

Por eso Chávez sabe que si no habla, Teo y toda esa marabunta de la comunicación se quedará sin empleo. De allí que los tenga locos con sus trapos rojos. Chávez sabe que no hay nada más peligroso que un bruto con iniciativa y por eso le lleva la corriente a Mario Silva. Para nada es gratis la mención de los marcianos como víctimas del capitalismo y mucho menos la presencia de Gulliver en el país de los enanos. En el coso político no hay mejor banderillero que Chávez.

Sabe que sus opositores no tienen discurso, que Ramos Allup no rebuzna porque Dios existe; que los muchachos de Primero Justicia terminarán siendo unos punks pasados de años; que Oswaldo coge gárgaras con ginebra y que la rebeldía de sus desafectos se quebranta con un contrato de obras.

Chávez sabe que si pierde, sus propios enemigos clamarán al infinito por su presencia buscando redimir el perdón de sus pecados, y no es para menos en un país donde la fuerza de la oposición descansa en unos muchachos que se cosen la boca, mientras sus dirigentes hacen negocios entrelazando botiquines y oficinas públicas.

No hay equilibrio con una oposición desairada que arremete contra el trapo rojo que le pone el banderillero, sin importarle si la tarde es mala. Con esa perspectiva es mucho mejor que sigamos con el Gobierno que tenemos. Este remedo de oposición no tiene consultorio donde drenar sus penas, sobre todo ahora que un psiquiatra mata a una jovencita y un psicólogo apuñala a toda su familia. La oposición seguirá mortificada y no tendrá otro remedio que contar sus desventuras recostada en el diván de la Ibellise Pacheco.MIGUEL SALAZAR/LAS VERDADES DE MIGUEL