A las 3:30 a.m. del martes 22 de marzo suena la llamada automática del despertador en mi habitación de hotel en Santiago de Chile.
Tan sólo tres horas antes había conciliado el sueño, agotado al final de otro intenso día de cobertura de la visita del presidente Barack Obama a Chile.
Pero había que madrugar otra vez. Como había venido haciendo todos los días desde el viernes anterior, cuando entró en marcha la maquinaria de la Oficina de Viajes de la Casa Blanca que coordina al cuerpo de prensa que acompaña al presidente.
Se le conoce como la «burbuja» y es un nombre justo, porque lleva consigo el aire y las preocupaciones de Washington a donde quiera que vaya el presidente de EE.UU. MAS DETALLLES