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- Causas. Una cadena de explosiones atribuidas a fallos humanos y técnicos en el cuarto reactor de Chernobil, situada a unos 100 kilómetros de Kiev, fueron la causa del accidente en la planta ucraniana, avería que había sido pronosticada por expertos occidentales, advertencias que fueron ignoradas por las autoridades soviéticas. En el caso de la central japonesa, situada a menos de 300 kilómetros de Tokio y que era considerada una central extremadamente segura, el seísmo inutilizó los sistemas de refrigeración de la central y provocó explosiones en tres de los reactores, lo que elevó peligrosamente el nivel de radiactividad.
- Consecuencias. El accidente en Chernobil esparció hasta 200 toneladas de material fusible con una radiactividad de 50 millones curies, equivalente a 500 bombas atómicas como la de Hiroshima. Con el fin de rebajar la temperatura, las autoridades niponas ordenaron abrir de forma controlada las válvulas de los reactores, pese al peligro de que el vapor liberado transportara sustancias radiactivas. El primer ministro japonés, Naoto Kan, admitió que la operación liberó cantidades de radiación «mínimas», pero «asumibles» para la población. La agencia nuclear de la ONU expresó su temor a que se haya producido un daño en el núcleo del reactor 2 de la central.
- Contaminación. La nube tóxica desprendida por la central ucraniana afectó a más de cinco millones de personas, aunque las autoridades sanitarias internacionales nunca se han atrevido a vincular la radiactividad de Chernobil con el aumento de la mortalidad en las regiones ucranianas, rusas y bielorrusas afectadas, y el incremento en el número de los enfermos con cáncer y afecciones respiratorias. Organizaciones como Greenpeace cifran en unos 200.000 los muertos a causa de la catástrofe nuclear. Por el momento, varias decenas de personas han resultado contaminadas por la radiación despedida por Fukushima, mientras cerca de 200 están siendo examinadas. Las autoridades han decidido evacuar a unas 200.000 personas residentes en las inmediaciones de la planta y también han trazado un perímetro de alerta o ‘Zona cero’ de 30 kilómetros. Miles de personas, entre ellos diplomáticos y periodistas, están abandonando Tokio por miedo a la radiación. MAS DETALLES