No sé qué hacemos aquí los dos, metidos en la cama. Yo, chorreando vagina abajo como en mi vida, que creo que he mojado hasta las sábanas, y él con una erección descomunal que, me ponga donde me ponga, va invadiendo mi espacio vital sin pretenderlo, el pobre. Y es que sólo a nosotros dos se nos ocurre llevar hasta el plano empírico una discusión tan tonta como la que hemos tenido esta mañana.
-“Que no, Pandora, que si nos metemos en la cama tú y yo juntos no va a ser para dormir. Y no es por mí, que conste. Es que tú eres incapaz de acostarte ni conmigo ni con nadie sin abrirte de piernas. Si lo llevas de serie, como las luces antiniebla”. Rafa es un amigo reciente, tan reciente como que nunca nos hemos acostado, pero es de los que se cree que me ha visto y me ha conocido, y no hay nada que me dé más rabia.
-“Que te crees tú eso. Eres tú el que no aguanta ni dos segundos conmigo en posición horizontal sin que se te suba el mástil de la bandera y caigas a mis pies, listillo. Y cuando quieras lo comprobamos”. Ea, guante lanzado ahí, al tuntún, y él, que en el fondo sabe que, pierda quien pierda el desafío se está rifando un polvo, lo ha recogido sin pensárselo un segundo. MAS DETALLES