Alguien dijo alguna vez que la música de cine es «aquella que siempre se oye pero que nunca se escucha». Y puede ser verdad. Pero en el 2005, el American Film Institute dió a conocer las mejores de la historia (según ellos), ya que obviamente se refirió a películas norteamericanas. Algo ya habitual.
La lista la encabezó Star Wars (1977), de John Williams, quien convenció a George Lucas, ya que el realizador quería únicamente música clásica, por lo que creó una verdadera composición sinfónica, recuperando la técnica del leit motiv (asignar un tema a un personaje o escenario), y cambió así la historia de la música de cine.
Luego se colocó Lo que el viento se llevó (1939), de Max Steiner, quien recibió el encargo del productor David O’Szelnick y no lo defraudó a pesar de haber trabajado con el tiempo justo para el estreno. Esa música fue parte esencial de un film que se convirtió en una leyenda del cine.
A continuación aparece Lawrence de Arabia (1962), monumental partitura de Maurice Jarre, que fue contratado por el productor Sam Spiegel empujado por la Columbia Pictures. El músico definió a su trabajo como «música occidental con toques árabes», para lo que utilizó por primera vez un exótico instrumento conocido como Onde Martinote.
A pesar de que Hitchcock no quería música en la escena de la ducha, Psicosis (1960) colocó a su autor, Bernard Herrmann, en el olimpo de los mejores músicos contemporáneos. Todo su trabajo fue compuesto e interpretado con instrumentos de cuerda, generando un desasosiego pronunciado en las plateas de todo el mundo.
Nino Rota fue el primer italiano en ser tenido en cuenta por ésta selecta lista por su notable partitura de El Padrino (1972). El músico nunca había trabajado en Hollywood y debió vencer sus recelos para acudir al llamado de Francis Cóppola, quien lo hizo siguiendo el consejo de su padre, el también músico Carmine Cóppola.
La música del film va más allá de su tema central y pone un suave contrapunto a la violenta historia que relata en su desarrollo.
John Williams aterrorizó a todo el mundo con los acordes de Tiburón (1975). Es imposible no asociar su música con las imágenes de Steven Spielberg. El tema funciona como elemento de suspense, y casi como la voz de un personaje que no habla, el animal que da título al film.
Lo curioso es que, Williams, desde Nueva York, y Spielberg, desde Los Angeles, no le encontraban la vuelta o el golpe de efecto. Hablaron varias horas por día telefónicamente hasta que al realizador se le ocurrieron esos acordes amenazantes que el músico aceptó de inmediato.
El séptimo puesto es para Laura, de David Raskin, quien la entendió como una historia de amor más que como cine negro, y por eso su tema central es lento, suave y misterioso. La banda sonora es un ejemplo perfecto de cómo enfatizar y a veces expresar en solitario los sentimientos ocultos tras las acciones que se ven en la pantalla.
El primer western en integrar tan selecta lista es un ícono inolvidable Siete hombres y un destino (1960), de Elmer Bernstein. Esta banda sonora, con algún toque mejicano, es uno de los más grandes cantos a la aventura y al heroísmo que ha dado la historia al cine. Fue imitada innumerables veces, e incluso sirvió para los avisos más clásicos de Malboro.
El noveno puesto fue para Chinatown (1974), considerada la quintaesencia del cine negro. La compuso Jerry Goldsmith en apenas nueve días de intenso trabajo y sin ser el primer compositor que fue elegido, creó una música que homenajea a los clásicos sin dejar de ser innovadora. Fenomenal trabajo del creador de la ominosa música de Alien.
En el décimo está A la hora señalada (1952), de Dimitri Tiomkin, un músico ruso capaz de componer maravillosa música western, el género más americano. Y original, ya que no se basó en fanfarrias triunfantes, sino en una melodía simple. Fue, además, una de las primera películas en abrir con una canción: Do not forsake oh my darling, también de Tiomkin y Ned Washington.
A las 25 mejores bandas de sonido de la historia del cine las eligió un jurado de más de 500 personas.
John Williams, ubicó dos temas en la selecta lista, que además de Tiburón colocó a E.T, en el puesto número 14. Dos también suman Max Steiner, quien además de Lo que el viento se llevó escribió la partitura de King Kong (13); Bernard Herrman, con Psicosis y la número 12 (Vértigo); Elmer Bernstein, con Siete hombres y un destino y Matar un ruiseñor; y Jerry Goldsmith, quien además de Chinatown consiguió el 18° puesto por su innovadora partitura para El planeta de los simios.
Por razones de espacio hemos omitido algunos, pero también hemos intentado darle su lugar a todos aquellos que a través de los años lograron que el cine, fuera además de un gran espectáculo para los ojos, una gran fiesta para los oídos. MAS DETALLES