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La «megacárcel» de EEUU donde lo más fácil es volverse loco

23 mayo, 2011

El lugar es de esos de ver para creer. Hasta 24 hombres por celda, viviendo detrás de barrotes de metal, en camarotes de acero, compartiendo una sola ducha y dos inodoros.

Poco del brillante sol de Miami se filtra a través de las rejillas de las ventanas. Las salidas al patio tienen lugar dos veces a la semana y duran una hora.

El resto del tiempo, los reclusos están encerrados de la mañana a la noche, comiendo, durmiendo y volviéndose ligeramente locos.

Pero lo que es más chocante es el comportamiento de los presos mismos.

Por razones que no quedan del todo claras -quizás debido al hacinamiento en que viven, tal vez a causa de la insuficiente vigilancia por parte de los gendarmes, sea por la falta de canales para gastar su energía, o por su involucramiento con bandas en el exterior o debido a una traidición carcelaria estancada en el tiempo- los reclusos han creado un brutal código pugilístico digno de gladiadores.

Pelean por respeto, por comida y tentempiés o, simplemente, para pasar el tiempo. MAS DETALLES