A finales de febrero o principios de Marzo el comandante sintió problemas para orinar. De inmediato se hizo ver por un eminente médico urólogo del Hospital de Clínicas Caracas quien lo atendió en el llamado Hospitalito de Fuerte Tiuna.
Fue allí el primer alerta que tuvo de su condición prostática por lo que le recomendaron tratamiento y chequeo permanente de su antígeno o PSA. Mas tarde, hacia el mes de mayo, el presidente desarrolló una “carnosidad anal” que le fue operada en el mismo Hospitalito militar.
Los galenos que lo atendieron -el mismo del HDCC y otro infectólogo-inmunólogo del Centro Médico de Caracas- le recomendaron cuidarse mucho más y llevar las cosas con mas calma por un período prudencial.
Dudando de los consejos de estos profesionales (paradójico que al final estos y dos médicos mas son los que lo salvarán días mas tarde) y haciendo uso de su proverbial autosuficiencia en fase de “sabelotodo” ignoró la recomendación profesional para meterse de lleno en cadenas y movilizaciones de la Misión Vivienda y los apagones eléctricos, desesperado ante la ineficiencia de sus colaboradores, las muchas manifestaciones a lo largo y ancho del país y los otros problemas no solucionados en la docena de años del proceso.
Otro malestar, esta vez de la rodilla, lo afectó a los pocos días. Obligado por un médico traumatólogo de la clínica El Avila, recomendado por otro paciente, Ali Rodriguez, tuvo que guardar reposo ante el daño en su rotula.
El médico, gran conversador, usó su simpatía personal (hasta le contó que tenia una pipa ensalmada de Rómulo Betancourt) para convencerlo de la necesidad del reposo y de cuidar su pierna.
La visita del ex presidente de Brasil, Lula da Silva, anunciándole que la presidenta Rouseff lo recibiría tras haber cancelado cuatro veces su encuentro, lo hizo desplazarse a Brasilia para luego seguir a Ecuador, donde también se habían suspendido varias veces los encuentros bilaterales, y rematar en Cuba donde el dolor y malestar en su obesa humanidad, aunado a un mareo repentino cuando estaba conversando con Fidel, hizo que los médicos cubanos le hicieran un chequeo que condujo a la primera operación en suelo antillano.
De allí la primera confesión pública “del absceso” en medio del acostumbrado secreto informativo rojo rojito. Afortunado, como ha sido en toda su vida el caudillo venezolano, tuvo la suerte que el medico español que había operado hace años a su mentor Fidel estaba en La Habana para el chequeo semestral del dictador cubano. RUN RUN. ES