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La Corrupción militar en tiempos de la IV y la V República

26 junio, 2011

Sociología castrense. La casta militar intocable no permite Contraloría. Desde tiempos de la IV y la V, sólo los militares corruptos, esos especímenes vestidos con uniforme que dicen amar la Patria, llegan a los altos mandos para enriquecerse.

Empezaron viajando en bus como cual paisano para ir a la Academia. Una vez investidos, empieza su carrea. Pasan a las unidades militares y allí el saqueo: sacando dinero de donde no hay. El ascenso va de acuerdo a la posición que ocupen y las comisiones empiezan a gustar. Los amigos empresarios son su objetivo y la extorsión su manera de ser. Aquel tenientico que viajaba en autobús es hoy un alto oficial que reniega de su pasado.

Posee propiedades, coches de lujo, casas en la playa, fincas, viajes al exterior, relojes de alta gama para presumir, barraganas y cuentas en dólares, entre otras menudencias. Si le criticas, dicen que estás atentando contra la “sagrada” Fuerza Armada. Nada más lejos de la realidad.

Criticamos al delincuente con uniforme. Esos que llegaron a pie y hoy son magnates, gracias al contrabando, al robo de los presupuestos asignados, a los aliados del narcotráfico, a los que son socios de los perros de la guerra que venden equipos militares y, los que mandan a milites a robar para repartirse el botín.

El comentario viene porque escuché esta semana las declaraciones del Ministro de la Defensa, Mata Figueroa, señalando que detrás del tráfico de armas en la cárcel de El Rodeo estarían involucrados militares retirados.

Yo los llamo jubilados y en desuso. Nada nuevo para que el venezolano de a pie entiende de todo este entramado de corrupción que no escapa a la FAN. Desde tiempos de la IV, llegaron a rendir honores a Blanca Ibáñez y protagonizar el caso “Turpial” que enlodó el “prestigio” de la FAN.

Por allá se nombraba a Iván Carratú Molina, el marino que le cuidaba las posaderas al difunto CAP y se benefició con la venta de aviones y armas al igual que el Capitán de Navío, Edgar José Duven, el coronel ejercito José Rafael Aponte y el contralor general militar, Vicealmirante Germán Rodríguez Cítaro, entre otros.

El medio castrense parece un arcano. Nada se sabe cuando un escándalo salpica sus uniformes y baña las botas de boñiga. Es un secreto. Misterio total. Parecen sagrados. Impenetrables. Lo importante del caso que en tiempos de la V, esos casos salen a la luz pública.

Se denuncia por medios privados, casos emblemáticos como el bochornoso robo en el Plan Bolívar 2000, liderado por un general de papel como Víctor Cruz Weffer, condenado por corrupción y absuelto por un juez que aparentemente fue sobornado con el mismo dinero podrido y robado a la Nación.

No escapa el gordo Manuel Antonio Rosendo, quien otorgó créditos a su hija por cientos de millones y que no pagó al Banco Industrial. Rosendo llego hasta cocinarle a Chávez y como pudo, apretadito, se metió en una tanqueta para apoyar el proceso que se iniciaba en 2002. Luego, como cual tortilla de huevos se volteó para irse al bando enemigo.

Sin contar con el caso del CAAEZ donde el general Delfino Gómez Parra paga condena por robarse el dinero asignado al proyecto azucarero. Hoy es un preso político, según la oposición al igual que “Alí Babá Baduel” y su combo. Y así, cientos de casos.

Los altos mandos siempre han sido serviles al poder, a los grupos económicos, al dinero, al capitalismo. La candidatura presidencial de Italo Del Valle Alliegro fue financiados por los “amos del valle”.

La rancia aristocracia criolla quería un badulaque para defender sus intereses. El militarismo no debe seguir sirviendo al Poder económico. Se debe integrar al desarrollo de la nación y echar andar el aparato productivo. Los privilegios deben acabarse y los vicios que arrastran de la IV pisados con las botas, fuertemente.

Ya está bueno de tanto secreto. Los militares como los funcionarios corruptos, deben ser sancionados con todo el peso de la ley cuando se detecte la corrupción. La FAN debe echar por la puerta trasera a quien traicione el juramento de Bolívar en nombre de la Patria Grande. “Maldito el solado que roba el dinero del pueblo”…

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