El próximo mes de agosto Repúblicanos y Demócratas en EEUU tendrá que definir el futuro financiero del país, que está al borde de la bancarrota con una deuda de 14 billones de dólares, es decir, 98% del PIB.
Hasta ahora ambos bandos no acordaron sobre el tema. Mientras Obama pide pechar a los millonarios, la ultra derecha que representan los republicanos, solicita más y más recortes sociales, así como la Unión Europea los impuso a Grecia, llevándola la irremisible quiebra.
Ese mes estará en juego no sólo el acuerdo entre dos partidos, sino la definición del sistema económico mundial.
Si no se ponen de acuerdo en subir los topes de la deuda, el imperio entrará en default. Es decir, el banco central declara su incapacidad de pagar los bonos del tesoro y bonos del gobierno. Una catástrofe mundial
La deuda del país del norte comenzó a subir de manera desaforada en la pasada década, con las sucesivas intervenciones militares.
Pero llegó a un punto de colapso, que sólo el congreso puede definir el rumbo y decirle al banco central que imprima billetes verdes, como ha sido históricamente
El meollo no es sólo el default en que podría entrar el coloso del norte, es también que muchos países y economistas como el defenestrado director del FMI, Dominique Strauss-Kahn, piensan que es inevitable la quiebra del país y que se debe dar paso a monedas emergentes con la consiguiente «desdolarización» de la economía mundial
Por eso las agencias de seguridad de EEUU pusieron un «peine» a Dominique con una prostituta, a sabiendas de sus debilidades, y lo atraparon. El francés estaba a punto de estremecer los cimientos financieros mundial
Al presentar una propuesta del FMI en la que recomendaba que dado el endeudamiento de EEUU y su incapacidad de pago, lo mejor era buscar un nuevo «patrón-dólar», con lo cual acabaría prácticamente su hegemonía financiera mundial
Ya sabemos donde está Dominique Strauss-Kahn en los actuales momentos, y el FMI acaba de suplantarlo por Christine Lagarde, otra francesa, pero con ideas contrarias a su predecesor, que favorecen el status quo RUBEN MARCANO/IO