Con el 87,6% de los votos escrutados, el exmilitar nacionalista aventaja a la congresista Keiko Fujimori por 50,9% a 49,09%. Y la pequeña ventaja parece ir aumentando.
«Hemos ganado las elecciones», aseguró Humala en sus primeras declaraciones, ofrecidas siete horas después del cierre de las urnas.
Humala prometió mantener la senda del crecimiento pero hacerlo con inclusión social, hacer un Perú menos desigual y propuso la constitución de un gobierno de concertación nacional.
Tendrá un desafío enorme por delante: despejar rápidamente las dudas que se tienen acerca de su programa de gobierno, inspirar confianza y tender la mano para que ceda la polarización, característica mayúscula de una tensa campaña electoral.
El resultado, aseguran analistas consultados por BBC Mundo, es un reflejo de la necesidad de mucha gente por un cambio. Humala fue el único que hizo hincapié en ese punto.
El candidato de Gana Perú supo capitalizar el descontento de una porción grande de peruanos que no ha visto los frutos de la bonanza económica en un país que ha crecido a un promedio de 5% en los últimos diez años, pero que mantiene un tercio de la población en la pobreza.
Ahora deberá hacer equilibrio: calmar a las elites, temerosas de su gobierno, y darle respuestas a las demandas de una parte del pueblo que vio en él la posibilidad de ser escuchado.
«La pregunta es si tiene cintura para hacer ambas», le dice a BBC Mundo el analista Aldo Panfichi.
Humala había encendido en 2006 la luz de alerta cuando quedó a un paso de la Presidencia, tras perder en el balotaje frente a Alan García tras obtener el 47% de los votos.
Ya en ese entonces medio país se sentía olvidado, pero un radical discurso de Humala –en ese entonces más cercano en sus palabras a Hugo Chávez que a Lula da Silva, su actual modelo– demostró que el país todavía no estaba dispuesto al salto.
Ahora sí. Lo ayudó que el gobierno de García mantuviera el rumbo del crecimiento pero sin hacer ajustes de inclusión social.
También su rival, en parte, jugó a su favor. El hecho de tener una Fujimori en la contienda fue un trago difícil de superar para muchos peruanos que sentían no iban a poder convivir con el hecho de votar por el retorno del fujimorismo.
Ser la hija de Alberto Fujimori, el expresidente ahora preso por violaciones a los derechos humanos, terminó siendo un arma de doble filo para su adversaria. La conciencia pesó.
Su equipo, conformado por figuras importantes del gobierno de su padre, hizo de lastre y su promesa de hacerle frente a la corrupción no terminó de convencer al electorado. BBC