Ayer viernes alrededor de la medianoche, en el programa La Hojilla, Mario Silva volvió a insultar una vez más a Venezuela. Con un lenguaje denigrante, escatológico y que refleja una bajeza que llega a los infiernos, agredió sin límites y con palabras que tienen que estar prohibidas en la televisión, a Miguel Henríque Otero. Por las groserías que utilizó volvió a mancillar el honor de la madre del editor de El Nacional.
El conductor del programa del canal ocho, viola Derechos Humanos, ya que actúa desde una estación de televisión que pertenece al estado venezolano e irrumpe contra lo que establece la Constitución de 1999 en el artículo 60, donde se señala que “Toda persona tiene derecho a la protección de su honor, vida privada, intimidad, propia imagen, confidencialidad y reputación.”
Entre las múltiples normas contra las que irrumpe a nivel internacional esta el artículo 11 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, de Protección a la honra y a la dignidad, que sanciona al cabecilla de dicho espacio con la misma claridad.
De la misma manera, Mario Silva ha violado de forma reincidente el artículo 48 de la Carta Magna, cuando ha presentado grabaciones que atentan contra la inviolabilidad de las comunicaciones.
La privacidad de las mismas esta garantizada también en el artículo 12 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y en el 17 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, entre otros instrumentos.
Lo más grave, es que las transgresiones a las normas son hechos reiterados y llevan una cantidad de tiempo repitiéndose, sin que produzca ningún tipo de sanción. Todo lo contrario, del oficialismo lo que recibe Mario Silva son reafirmaciones, y aplausos, incluyendo los del sr. Chávez.
Habría que recordarle a Mario Silva, que los Derechos Humanos son imprescriptibles y que en algún momento va a ser juzgado y castigado por tribunales independientes, nacionales e internacionales. No se puede ser tan descarado en la mentira y actuar sin bases firmes, ni pruebas, sobre lo que se dice y se hace. Las técnicas propagandísticas de Mario Silva son las mismas que utilizaron los nazis: desfiguración, repetición de las mentiras, amedrentación y coerción. A veces la justicia tarda, pero llega.
En definitiva, la oposición o se llama oposición, y deja de llamarse sobretodo alternativa democrática y pasa a la ofensiva o no hay nada que hacer. Los niveles de aceptación del sr. Chávez se deben, a que a pesar de que son gobierno desde hace más de doce años, actúan invirtiendo los papeles. Nunca nadie en Venezuela creó un aparato progandístico y uso las cadenas de forma tan apabullante. Hay que reaccionar. Hay que responder con la misma proporcionalidad. Es increíble que con la inseguridad desbordada, la inflación por las nubes, el desempleo, las fallas eléctricas y la escasez de agua, el estado de la opinión pública se encuentre en estas condiciones. Llego la hora de agarrar el toro por los cachos. http://blogs.noticierodigital.com