En su mensaje del año pasado, el Presidente buscó simpatizar con la diputada Machado. Este año se repitió la misma película, sólo que el final fue diferente.
Desde el inicio vimos a MCM muy tensa, exageradamente sobreactuada, muchas veces, malencarada. Diferente al resto de la bancada opositora que muchas veces confraternizó con el Presidente y hasta mostró sonrisa por sus ocurrencias.
Pero como Chávez estuvo buena parte de su discurso nombrando a María Corina, llegó el momento en que le cedió la palabra, como la hizo con Borges, González, Ramos y con el cartelito que esgrimió Marquina.
María Corina habló, y por momentos transmitió mucha rabia, aunque nos imaginamos que trató de parecer firme en su intervención.
En una pasaje le dijo al Presidente había robado a las empresas expropiadas porque nos les pagaba su justa indemnización.
Inmediatamente Chávez, un hambre habilidoso de la política, se hizo eco del calificativo y adoptó el papel de víctima. «Me llamó ladrón», y encendió la mecha de su bancada, la cual tuvo que calmar en varias ocasiones.
En adelante, vimos un Chávez más reposado, centrado en trasnmitir las cifras de su gestión, hasta que María León, del PSUV, pidió la palabra y encaró la ofensa de María Corina, aduciendo que la Asamblea debía sancionarla por el irrespeto hacia el Presidente.
Tras su finalización, Chávez solicitó a los diputado cerrar el incidente y que no pasara de allí. «Aguila no caza mosca», dijo a la audiencia, y prosiguió sosteniendo que estaba curado de tantas ofensas.
¿Le pasará lo mismo que a Mujica?
Luego de decirle a Chávez que robaba a las empresas, María Corina se hizo la reina del twitter. Seguidores opositores la aplaudían por su arrojo, lo mismo que dijeron en su momento de Diego Arria en el primer debate de la MUD para las primarias.
¿Le pasará lo mismo a MCM lo sucedido con Felipe Mujica?, aquel dirigente del MAS que le sacó la madre al Presidente en televisión, y que con los meses y años desapareció de la escena política, por el rechazo que causó tal afirmación
Una cosa son las emociones del momento, los coros de opositores obnubilados por el odio, y otra es el quehacer político, la experiencia, el respeto hacia el contrincante, y en este terreno parece faltar aprendizaje a MAchado
RUBEN MARCANO/IO