GRECIA.- Endeudados, preocupados y deprimidos, muchos griegos buscan apoyo moral en los centros de ayuda Ekpizo. Un reportaje en Atenas, en una terapia de grupo.
Con el rostro tenso, los participantes de la sesión intercambian tímidos saludos antes de apoyarse en la pared. Parecen tener miedo a sentarse en las sillas dispuestas en círculo, como para una terapia de grupo. O quizás les cueste admitir que, hundidos en las deudas, simplemente están desesperados.
Cuando la interlocutora entra en la sala, el clima glacial se relaja un poco. Son las 18 horas y nos encontramos en Ekpizo, en el centro de Atenas, un centro de ayuda para las personas sumidas en las deudas en Grecia y que se ocupa de los que no logran salir de la situación.
“Hace más de un año y medio que escucho las mismas palabras”, comenta Lila Linardatou que trabaja en Ekipzo. Esta jurista intenta dar consejos a los que desean negociar un aplazamiento del pago con su banco. “Nuestro objetivo es evitar lo peor”, afirma.
Más de 6.000 personas se han dirigido ya a Ekipzo, donde un grupo de juristas, psicólogos y psiquiatras, todos voluntarios, intentan tranquilizar a los que, bajo el peso de la crisis, comienzan a hundirse.
Cuatro ya se han suicidado
Los minutos pasan y los participantes comienzan a abrirse un poco. Todos aportan un mosaico de experiencias que ilustran las diversas y variadas formas que puede adoptar el endeudamiento excesivo. Consumidores que utilizan una tarjeta de crédito para pagar otra, padres de familia que se han endeudado “hasta el cuello” tras sufrir problemas de salud y que no han vuelto a levantar cabeza, gente que vive en un atolladero a la espera de una salida que nunca llega.
“La situación es insostenible. Las empresas de crédito nos llaman hasta diez veces al día y nos amenazan”, relata Konstantinos Venerdos, que tuvo que jubilarse recientemente por problemas de salud. “He solicitado un pago amistoso, pero los bancos hacen caso omiso de mi petición. Me quedan sólo 5 euros en el bolsillo para acabar el mes y el pánico me invade. Cada vez pienso más en el suicidio para acabar con esto. Pero también pienso en mi hijo. ¿Qué será de él si me rindo?”, afirma.
Otros han pasado a la acción. “Ya se han suicidado cuatro miembros del grupo en los últimos meses y decenas de ellos tan sólo soportan la situación con medicamentos. Hay que hacer algo para evitar otras víctimas”, comenta preocupada Mikela Christodoulou, otra empleada de Ekipzo.
FUENTE: http://www.presseurop.eu