CARACAS.- La inscripción de los dos principales candidatos por la presidencia del país, nos dejó, como siempre, en un país polarizado, muchas dudas y aberraciones periodísticas.
Por un lado, un Capriles que se empeña en demostrar que está joven, fuerte y robusto, frente a un “decadente y moribundo” candidato bolivariano, aunque las imágenes televisivas muestren lo contrario.
Los partes médicos catastróficos sobre su salud de ABC de España, The Miami Herald, TalCual y Nelson Bocaranda, han venido desapareciendo en la medida que Chávez mejora con su tratamiento, y sus esporádicas apariciones así lo confirman
Meterse varias horas parado en una tarima –como sucedió el día de la inscripción electoral- arengando, hablando a sus seguidores no son conchas de ajo para un “enfermo terminal”, como oprobiosamente quisieron vender los laboratorios de guerra psicológica que funcionan hacen años en Venezuela, y que con Chávez llevan tiempo llenando sus alforjas, fruto del trabajo sucio de vender ilusiones a la gente desesperada en salir del mandatario
Ni por asomo Capriles supo aprovechar el trance del mandatario, para ripostar en las encuestas, pese a la incertidumbre sembrada en la colectividad con la inminente muerte del presidente. Más bien, decreció luego de resonante triunfo en las primarias.
Eso nos conduce a opinar que estamos en presencia de unos de los peores candidatos del bipartidismo de las últimas décadas, incapaz de avanzar en medio de un candidato enfermo y unos medios ganados a su proyecto.
No obstante, no podemos esperar mayor calado de una hombre inculto, que no hilvana un discurso coherente de 5 minutos, que balbucea, que rebusca palabras para encontrar ideas vacías, obsoletas y sin pegada entre sus seguidores.
Se da el lujo de tener un camada de medios de comunicación y transnacionales que lo apoyan de manera irrestricta, y ni así repunta. Es malo a la enésima potencia.
Mientras tanto, Chávez aparece y desaparece de la escena, en un juego, también psicológico, que le ha dado rédito previa la campaña electoral./RUBEN MARCANO