–El astuto y elusivo hijo del alcalde de Valencia, Edgardo Parra Oquendo, armó un modus operandi para apropiarse, sin despertar sospechas, de los bienes del ayuntamiento, pero su opulenta vida y los hechos políticos horadaron su plan y terminó en fuga.
“El alcaldito” como lo nombraban en su entorno, observó en las cooperativas una irresistible oportunidad para lucrarse, según aseguran fuentes de la investigación. Evitó dejar cabos sueltos, pues las autoridades comenzaban a ponerle la lupa a esas agrupaciones fantasmas que proliferaron a raíz de la aprobación de la Ley Especial de Asociaciones Cooperativas.
A escasos metros de la vivienda de sus padres, en Valles de Camoruco, arrendó una oficina. A través de contactos logró ubicar a unos cooperativistas de San Felipe (Yar), quienes tenían en regla sus registros y estaban inscritos en la Superintendencia Nacional de Cooperativas (Sunacoop). A los coordinadores generales de esas organizaciones les pagaba Bs. 2.500 mensuales, a cambio de los documentos constitutivos y su silencio. A Edgardo Manuel Parra Guardia, “el alcaldito”, comenzaron a lloverle contratos de todo tipo, que refrendaba su padre. Las cooperativas comenzaron a recibir contratos en marzo de 2009, tres meses después que el alcalde Parra fuese juramentado.
Evitaba aparecer en actos públicos junto a su progenitor. Sus vecinos lo describen como presumido y algo paranoico. Tal vez por ello adquirió una flota de camionetas blindadas, y policías municipales fungían de choferes y escoltas.
Los investigadores sostienen que “el alcaldito” percibió que requería de empresas para respaldar contratos de mayor calado. Para ello se asoció con James Bell Smythe Romero, quien le puso a disposición sus dos compañías: Importadora Green Zone y Constructora Santa Eduvigis.
La modelo y exmiss Victoria López-Pando se encargaba de llevarles las cuentas. Para ello se comunicaba con el director de Hacienda de la Alcaldía, Alberto Terán, quien autorizaba los desembolsos.
ENTERRAR EL DINERO
A una semana de haberse iniciado una cadena de allanamientos que culminaron con la detención del
alcalde Edgardo Parra, sus vecinos tienen fundadas razones para considerar que el burgomaestre mantenía su dinero enterrado.
Tales apreciaciones se desprenden por lo observado estas últimas noches en el interior de la quinta Mila, situada en la urbanización Valles de Camoruco, al norte de Valencia.
Aseguran haber visto a funcionarios que se identificaron como miembros del servicio de inteligencia esculcando todos los rincones de la vivienda y escarbando en los jardines.
Alirio Trujillo, vecino del encarcelado burgomaestre chavista, sostiene que las investigaciones se encuentran bien encaminadas aunque han entrado en una nueva fase que consiste en localizar el dinero que desfalcaron en el ayuntamiento. Admite que por ello las autoridades aún no han precisado la cantidad de bienes decomisados al alcalde y su entorno.
El trabajador jubilado recomendó a los investigadores tengan cuidado porque, según sus abuelos, todo aquel que le llegue a sus manos plata ajena que ha sido desenterrada y conforme lo vayan gastando se irá muriendo algún familiar cercano.
«Yo no creo en fantasmas ni leyendas, pero miren lo que está pasando en el país. Muchos políticos se han muerto de repente y la ciencia no sabe dar explicaciones”. Recordó además que no le resultaría extraño que hallaran algún tesoro bajo la tierra porque en esos valles los indios Tacarigua acostumbraban a enterrar sus riquezas.
Desde el pasado sábado cuando fue detenido Edgardo Parra la vivienda quedó deshabitada, incluso los policías municipales que la custodiaban fueron retirados. Tampoco han vuelto a ver a la esposa del burgomaestre señora Emilia Guardia de Parra. ULTIMAS NOTICIAS