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Las mentiras del control de precios y qué nos espera cuando cese la borrachera-Daka

18 noviembre, 2013

La borrachera por los “precios justos” se expande como un virus por diferentes tiendas en Venezuela.

Horrorosas colas de dos y tres días, con marcas en las manos y brazos, hacen los venezolanos para comprar electrodomésticos, a precios “de ofertas”.

Muchos de esos precios fueron subidos dos, tres y hasta cuatro veces este año, con márgenes de ganancias abusivas que oscilan entre 400 y 1.200%, denunció el gobierno.

Ante la espiral inflacionaria, muchos acuden en masa a gastarse las utilidades, para protegerse de la galopante inflación que cerrará por encima del 50%, ubicándose entre las tres primeras del planeta.

El gobierno con el ánimo de proteger socialmente a los más necesitados, aplicó medidas económicas que cada día son  insostenibles, y terminaron por castigar severamente el bolsillo de los más humildes, en vez de arroparlos con su manto protector.

Es así como los niveles de escasez en 2013, superan los de 2012, con lo cual productos básicos-regulados, no se consiguen en los anaqueles de supermercados, pero sí en el mercado negro, a precios groseros.

Quién haya conseguido leche, por ejemplo, hay que darle un premio. Es el producto que presenta mayor porcentaje de escasez, de acuerdo al BCV. Se consigue a 90 bolívares, cuando la regulada está en 30, y si tienen la suerte de toparse con ella, hay que lanzarse de cabeza en el piso para ver si alcanzas, pues es donde la dejan en los automercados para evitar los efectos del tumulto que provocan las masas que van tras su caza.

El gobierno tampoco dice a los venezolanos que prometió protegerlos de la inflación, especuladores y capitalistas sin alma, que los productos que más aumentaron fueron los regulados, al ubicarse en 138% por encima de su valor especificado en Gaceta Oficial.

Tampoco informa que el pollo, queso, carne, leche y azúcar, por ejemplo, sufrieron los mayores aumentos desde la era Chávez.

No dice que el poder de compra del venezolano se fue al garete, y ya es 20% menos que en 1998.

No explica que con tanto controles, guisos, mafias, alcabalas y contrabandos, pasamos a ocupar en poco tiempo el lugar 165 entre 174 naciones en el índice de corrupción que publica Transparencia Internacional.

No menciona al 70% de los venezolanos que ganan salario mínimo, que hoy por hoy somos más dependientes del petróleo, representando el 95% de nuestros ingresos, cuando antes era del 65%.

No dice que en 2012, la importaciones públicas y privadas fueron de 56 mil millones de dólares, pero que 27% de esa cifra fueron ficticias o de empresas de maletín, sin que haya detenidos.

El gobierno del Presidente Maduro no explica a los más pobres, por qué tienen que pagar por un kilo de harina, hasta 30 bolívares cuando está regulado a 7,41, lo que supone un sobreprecio de 191%.

O mejor dicho, el gobierno sí ha explicado todas estas cosas bajo la categoría de “guerra económica silenciosa”, y con ello se exonera de responsabilidad.

Esa “guerra económica” no es sólo por parte de la “Trilogía del mal”, sino también de los bachaqueros del Zulia que espalillan las reservas de alimentos y gasolina ante las miradas cómplices de funcionarios civiles y militares.

El contrabando en la frontera con Colombia alcanza a 30 millones de galones mensuales, el 15% de lo que consume ese país al mes. El margen de ganancia es tan obsceno, que compran el galón a $0,05 y los venden a $4 (revista Semana).

La guerra también la hacen los pequeños comercios, mercados municipales, abastos, tiendas locales, que desacataron el control de precios en más de 138%, cuando en 2012 se mantuvo entre 40 y 70% (El Universal).

La guerra también la hacen los carniceros, que expenden la carne de primera a 120 bolívares, es decir, 340% por encima del precio regulado. O los expendedores de pollos, cuyo kilogramo se consigue a 95, cuando su precio regulado es de 18 bolívares. O los que venden queso, que de 38 (regulado), se consigue a 190.

Y donde se consiguen a precios controlados, son en los mercales o ferias de comidas esporádicas que se hacen en Caracas, con largas filas e inclemente sol de por medio. ¿Qué trabajador puede darse el lujo de perder media mañana o un día entero para hacer colas sin tener la certeza de adquirir el producto luego de horas de exposición?

La guerra también la hace los vendedores de apartamentos, alquileres y carros usados, cuyos precios dan ganas de llorar, dejando sin oportunidad a las nuevas generaciones de profesionales de adquirirlos en el futuro.

Lo que queremos ilustrar con esta letanía de ejemplos es que el problema, más allá de la guerra económica, que sí la hay, está en la incapacidad del gobierno para diagnosticar el problema y dar con la medicina adecuada para arreglarlo.

Está en la incapacidad del gobierno para detener el flujo de dinero que imprime vía BCV, que pone cada día más y más en las manos de los venezolanos, los alienta a las compras desmedidas, y consigue que se disparen los niveles de inflación.

El problema está en la incapacidad del gobierno para liberarse de las camisas del control de precios, de reducir el déficit fiscal, de eliminar burocracia, para adelgazar el Estado y hacerlo más eficiente.

El problema está en que no se le habla claro a los venezolanos, sino de forma efectista, para mantenerse en el poder, sea el actual gobierno o los anteriores, que terminan privilegiando sus intereses políticos y de poder, antes que sanear verdaderamente las finanzas del Estado y enrrumbar al país hacia mejores derroteros.

 

QUE NOS ESPERA

La compulsión de compras en estos dos últimos meses del año suelen dispararse, pero no a los niveles que estamos observando.

Tanto, que los banco, incluidos los del Estado, duplicaron y triplicaron los límites de crédito a los tarjetahabientes, para terminar de colocar una lápida a sus deudas.

2014 seguirá siendo de mucha incertidumbre, y no está claro que la inflación vaya a desacelerar, según pronostican muchos especialistas del área.

El dólar paralelo, pese a que se han bloqueado más de 100 webs donde se filtraban sus cotizaciones (ahora se hace por tuiter, PIN, mails, redes sociales, etc.), sigue su marcha hacia los 100 bolívares, y nada parece detenerlo.

Es decir, una vez termine el efecto-Daka, y los venezolanos despierten cada vez más endeudados, con la inflación comiéndose sus bolsillos, con niveles más altos de escasez, con el poder adquisitivo cada vez más diluido; entonces, Maduro tendrá que optar por comenzar a hablar claro y tomar ciertas medidas, no populares, o seguiremos peor de lo que estamos, de eso, no hay dudas. /INFORMEONLINE