Sudán se ha convertido en el escenario en el que EE UU y China disputan una guerra fría y económica por los recursos de África. Pese a estar escorado al este, el país es el centro de las operaciones, el lugar con más fronteras del continente y el espacio donde las dos potencias mundiales han decidido desplegar el tablero de Risk. El referéndum de secesión de esta semana en Sudán del Sur, anunciado en los acuerdos de paz de 2005 tras veinte años de guerra con el norte, es una extensión más de ese tablero.
El premio es el petróleo. El 75% de los 6.700 millones de barriles que produce Sudán están en el sur, pero los oleoductos para su exportación están en el norte. Desde hace años, China controla esos recursos. Sus inversiones millonarias en el territorio han hecho que se coloque como escudo entre la Corte Penal Internacional y Omar al-Bashir, el presidente de Sudán, acusado de genocidio y crímenes de guerra en la región occidental de Darfur. Pekín tampoco veía con buenos ojos el divorcio que se avecinaba entre el sur y el norte. Y sin embargo, al final, China ha dejado hacer.MAS DETALLES