Algo se mueve en la eurozona. Y no sólo en los países periféricos agobiados por la presión de los mercados. También en Alemania y Francia, donde ven con preocupación la creciente presencia de China en países como España o Portugal. Lo que intranquiliza no es que la ‘fábrica del mundo’ compre deuda pública ibérica. Lo que inquieta es que gobiernos entrampados hasta las cejas conviertan sus territorios en gigantescos portaviones que faciliten la entrada en Europa de mercancías chinas desplazando a los bienes alemanes o franceses.
La presencia de Pekín en Europa -China se ha convertido ya en el tercer socio comercial de España desplazando a Italia- no es, desde luego, el único factor que explica la caída de las tensiones financieras. También la sensación de que el incendio comienza a cercar a países como Italia y Bélgica, lo que alimenta las expectativas (si todavía quedaban algunas dudas) de que la crisis del euro va realmente en serio y no es solamente un fenómeno asociado a países con escasa credibilidad en los mercados. MAS DETALLES