Si hay algo que comparte Ramón con los demás políticos, es la hipocresía, la farsa, y el interés personal. No hay persona que ambicione el mundo de la política, que no tenga que aprender a mover los hilos de la sociedad, y todos ellos se preparan enconadamente para ejercer con soltura los quiebres emocionales de los ciudadanos, logrando de esa manera, manipular los sentimientos y voluntades de las personas comunes.