Hay que insistir que los números cada día indican que la popularidad del presidente desciende. Hay problemas puntuales que cada vez agravan más la crisis de ingobernabilidad que padecemos. Y la retórica empleada para dar una explicación termina siendo un absurdo. Ya no se trata de convencer. Simplemente no existe una concordancia entre lo que se expone y la realidad que vive el pueblo a diario.
Fundamental lograr en primera instancia la conciliación. Este es un país de fragmentos. Hay que paliar los rencores. Los resentimientos. Todos esos traumas que se despertaron y alimentaron deben ser regresados al mundo de donde salieron. Quien quiera regir los destinos de la Venezuela posible debe manejar la psicología política como herramienta a la hora de cualquier toma de decisiones. Ser un amplio conocedor en materia de resolución de problemas y en contingencia. De modo que vamos a necesitar un líder resonante capaz de canalizar las emociones con una profunda calidad humana. MAS DETALLES