. Tocar el corazón de la gente. Lo más importante en una campaña es el mensaje, coinciden Jarding y Schüler. Y ese mensaje debe conectar con el votante. “Deben ser claros, sencillos, fáciles de comprender y que conecten con las necesidades y problemas de la gente” explica Steven Jarding, que ahora se ocupa de enseñar sobre este campo a sus alumnos de la Havard Kennedy School.
“El mensaje es lo que apasiona a la gente. Si no tengo uno bueno, no atraeré a nadie”, añade. Elegir un buen slogan ayuda a esta tarea. “Los slogans no deben de tener más de tres palabras” apunta Jarding mientras que Schüler incide en que han de ser mensajes positivos, que transmitan confianza. Y pone varios ejemplos como “Nosotros tenemos la fuerza” de la CDU o “Morning in America” de Ronald Reagan.
2. Conocer al votante. Para tener un buen mensaje es fundamental conocer cuáles son las necesidades, los problemas e inquietudes de nuestros votantes. “Es importante saber quiénes son, cuáles son sus miedos, sus inseguridades, los temas que les preocupan. Tienes que conocer su vida para poder lanzarles un mensaje que les llegue” insiste Steven Jarding.
Por eso él recomienda que el equipo de campaña o los asesores del político realicen investigaciones y documentos que sirvan al candidato para conocer el sistema de transporte, el sanitario o le faciliten detalles que pueden parecer simples como cuántas mujeres llevan a sus hijos a la guardería, pero que serán claves para que el político demuestre que conoce sus vidas y lo que les afecta.
3. Hablar de personas, no del partido. “Normalmente en las campañas electorales no tenemos el mensaje adecuado porque hablamos de generalidades, de temas del partido. Hay que ver al votante como una persona humana, no como un votante”. Steven Jarding recomienda que cuando sea necesario un político debe salirse de la línea que marca el partido para poder ganar votos porque “lo importante es ganar. Es lo que queremos nosotros y nuestro partido. A veces las limitaciones están sólo dentro de nuestras cabezas”.
4. Rodearse de un buen equipo. “Un mal personal mata una campaña” ratifica Jarding después de 33 años trabajando en campañas electorales. Este profesor es consciente de que como se echan muchas horas y se cobra poco sólo la gente joven quiere trabajar en esto. Por eso propone que el político elija primero a un buen director de campaña, “con experiencia, motivador y que pueda enfrentarse al candidato” porque los políticos suelen estar rodeados de gente que les dice sí a todo y necesitan que de vez en cuando se les pongan en su sitio.
A partir de ahí hay otros puestos claves son el de jefe de prensa, la persona que le lleve la agenda, otro que le elabore los discursos y otro que sea como ‘su sombra’ y sirva para desde llevarle en coche hasta para tomar los nombres de la gente con la que se encuentra el candidato. Es lo que en inglés se llama ‘body person’ o guardián. También se necesitan investigadores, un director para la página web y otra persona dedicada a la financiación, entre otros.
5. Utilizar las redes sociales e Internet. Shüler y Jarding coinciden en que el político debe utilizar todas las herramientas a su alcance para trasladar su mensaje y comunicarse con los votantes. Faceboook, Twitter o el email tienen la ventaja de que permiten dirigirse directamente al ciudadano “sin ningún filtro, como la prensa”, explica Jarding.
Por su parte, Schüler pide que se tengan en cuenta a los bloggers porque “los blogs son muy importantes en las campañas online” y destaca que cada vez hay más medios online que cubren campañas electorales y que sus necesidades son mayores que las de la prensa escrita. “La prensa diaria tiene que dar una noticia cada día y el periodista online una cada hora”, destaca el director de campañas de Merkel.
6. Organizar la campaña como un negocio. Muchas campañas fallan por falta de organización y planificación. “Hay que ser muy disciplinados. Una campaña exige una planificación científica” explica Klaus Schüler. Por ello Jarding recomienda elaborar un plan de campaña que recoja la organización de la misma, los mensajes que se quieren transmitir, los objetivos que debe cumplir cada departamento, con qué presupuesto contamos. Y ese plan debe incluir un calendario con la agenda del candidato para “gestionar bien su tiempo”, añade Jarding.
7. No importa lo que digas, sino cómo lo digas. El lenguaje corporal y cómo juguemos con el tono y volumen de nuestra voz son cruciales para llegar a la gente. “Lo importante no es lo que digas, sino lo que logres transmitir” destaca Klaus Schüler. Varios estudios han demostrado que el 55% del mensaje es interpretado a través del lenguaje corporal, el 38% a través de la voz y el 7% a través de las palabras. “Lo importante es cómo desarrollas el mensaje, no las palabras que utilizas”, añade Jarding.
Hacer pausas, varias los tonos de voz, enfatizar palabras, mirar a los ojos, entre otros, son algunos trucos que pueden aprender los candidatos a través de formación sobre cómo hablar en público. “La gente cree más en lo que ve que en lo que oye”, afirma Steven Jarding.
8. Ser auténtico, no copiar. Pero el político debe sentirse cómodo en esa tarea de comunicar y de utilizar el lenguaje corporal. “Hay que buscar un estilo propio” destaca Schüler para quien “cada campaña electoral es única. El que copia va a perder”. El político que se enfrente a una elección debe parecer auténtico, no una copia de otros líderes a quienes les ha ido bien con un determinado mensaje o una determinada estrategia.
9. Conocer el funcionamiento de los medios de comunicación. Los políticos deben conocer el funcionamiento de la prensa. Cuándo hablan para la televisión, cuándo para la radio o cuándo para la prensa. Y a la hora de enfrentarse a una entrevista Jarding aconseja que no hay nada mejor que pensar ‘¿Qué titular quiero que salga mañana?’. Es decir, tener claro que los mensajes que se quieren transmitir y volver siempre a ellos cuando se nos haga una pregunta, especialmente si es una pregunta que el político o candidato no sabe responder.
10. Pedir perdón y no mentir nunca. “Hay una cosa que los votantes no perdonan: la mentira” explica Jarding. En su opinión es fundamental que el director de campaña conozca cualquier detalle oscuro de la vida de un candidato (líos de faldas, problemas con la Justicia…) porque así será más fácil reaccionar a ello si se descubre. Y en caso de que se descubra, reconocer el error y admitir ‘sí me equivoqué’. En este sentido, destaca por ejemplo que Obama dedicó un capítulo de su biografía a su relación con las drogas cuando era adolescente y que eso le permitió destacar luego ‘eso es lo que quiero evitar’.LA INFORMACION