Augusto Hernández, atículista de Ultimas Noticias menciona que bien tarde el Gobierno pide a la Asamblea Nacional que apruebe una ley que regule el financiamiento de ONG, organizaciones póltícas y entes gremiales por países extranjeros. «Para calmar los temores de quienes creen que tal ley podría ser vista como inamistosa por el gobierno gringo, sugiero que nuestros diputados les pidan a sus homólogos de Washington, ahora con franca mayoría republicana en la Cámara de Representantes, que les manden una copia de la ley que controla a quienes reciben finanzas extranjeras en los Estados Unidos. Tal vez podrían aprobarla sin hacerle enmiendas para que sea menos cuestionable y más estricta».
En las últimas horas de su mandato legislativo la moribunda Asamblea Nacional electa para el período 2006-2010 pretende apurarse para aprobar algunas leyes que debió sancionar en su primer año, cuando era por completo roja-rojita y los futuros saltadores de talanquera formulaban juramentos de lealtad eterna al presidente Chávez.
Para ser más francos, tales leyes debieron ser aprobadas por la AN del período anterior e incluso por la Asamblea Constituyente de 1999, lo cual les habría conferido rango constitucional a dichos actos legislativos.
Algunos alegarán que nunca es tarde cuando la dicha llega, pero en este caso el refrán no cuadra, pues sí es tarde y el daño a la revolución es irreversible.
Una de las leyes de aprobación tardía se refiere al pedido de la abogada Eva Golinger para impedir que en Venezuela actúen por la libre los mercenarios que figuran en la nómina estadounidense aún tratándose de partidos políticos, organizaciones no gubernamentales (ONG), entes gremiales y otros que con el mismo desparpajo postularon y eligieron diputados para el próximo período parlamentario.
No solo la acuciosa y eficiente abogada venezolano-estadounidense formuló desde hace mucho tiempo tales peticiones. Luis Britto García lo ha hecho con la misma tenacidad y, junto a ellos, otros revolucionarios entre los que me incluyo, sin falsas modestias.
Para calmar los temores de quienes creen que tal ley podría ser vista como inamistosa por el gobierno gringo, sugiero que nuestros diputados les pidan a sus homólogos de Washington, ahora con franca mayoría republicana en la Cámara de Representantes, que les manden una copia de la ley que controla a quienes reciben finanzas extranjeras en los Estados Unidos. Tal vez podrían aprobarla sin hacerle enmiendas para que sea menos cuestionable y más estricta.
Desde los tiempos de la guerra fría allá ha sido delito trabajar o recibir fondos de cualquier gobierno extranjero y quienes lo hacen deben reportarse o inscribirse como agentes o asesores de tales países ante una oficina especial que los vigila celosamente. Quien no cumpla tal requisito será enjuiciado por espionaje.
Como dice Walid Makled: «Así de sencillito». Augusto Hernández, Ultimas Noticias