Estimulado por la revolución tunecina, uno de esos activistas, Asmar Mafhuz, colgó un vídeo en YouTube el 24 de enero y sus compañeros distribuyeron miles de octavillas en barrios pobres de El Cairo llamando a manifestarse.
Simultáneamente, Ganim, un joven ejecutivo de Google, creó un grupo en Facebook llamado Todos somos Jalid Said, el joven de Alejandría al que en junio del 2010 la policía asesinó a golpes en un cibercafé por colgar un vídeo mostrando a policías intercambiando drogas.
Pronto tuvo 70.000 amigos . En Facebook y en Twitter se encontraron veteranos de la lucha contra la represión y miles de jóvenes indignados por la injusticia e inspirados por Túnez. Los jóvenes se comunicaron por sus medios habituales, internet y móviles.
Pero pensando conquistar la calle con lemas copiados de Túnez: “Fuera el régimen”, seguido de “Túnez es la solución”, versión opuesta al tradicional “el islam es la solución”. Un movimiento espontáneo, poco islamista, sin líderes y mayoritariamente joven. En un contexto de luchas sociales y oposición política hasta entonces contenidas por la represión.
No fue una revolución por internet. Pero sin internet esta revolución concreta no se hubiera producido. Por internet llegaron las imágenes e informaciones de Túnez. Y las redes sociales fueron la plataforma de movilización, de coordinación, de solidaridad y de popularización del objetivo de acabar con Mubarak. Se pasó inmediatamente del ciberespacio al espacio urbano.
Una vez en la plaza Tahrir, y en muchos otros espacios que se ocuparon en Alejandría, Suez y otras ciudades, se generó una dinámica de autoorganización, sin estructura previa, que se fue formando en la solidaridad ante el peligro y en la supervivencia diaria. MAS DETALLES