Y esto es lo que estamos presenciando en estos momentos: la primera guerra de la historia que se produce en un entorno virtual pero que tiene victimas muy reales. Desde hace años los gobiernos de los países más desarrollados tienen claro que las guerras del futuro no se desarrollarán en el mundo offline, o al menos no en su totalidad. Si revisamos los conflictos bélicos del siglo XX y los que hemos vivido esta primera década del siglo XXI, a poco que nos fijemos veremos que el concepto de “guerra” a cambiado drásticamente en estos cien años. Lo único que se sigue manteniendo igual es que la población civil es la que se lleva la peor parte.
Ya en la primera Guerra contra Irak (la famosa Guerra del Golfo), el bando aliado utilizó la tecnología más puntera para inhabilitar los dispositivos electrónicos del ejercito iraquí y se presentaron los primeros cazas y cazabombarderos virtualmente invisibles a los radares convencionales que permitían adentrarse en las lineas enemigas sin ser detectados y eliminar de forma quirúrgica los objetivos enemigos. Durante la segunda Guerra de Irak estos sistemas habían evolucionado considerablemente y permitieron a los ejércitos
invasores conquistar Irak en pocos días. Los gobiernos que participaron en esta guerra ilegal corrieron para explicar a la opinión pública el éxito de su conquista y el número tan bajo de bajas en combate que habían tenido. Pero esto es solo el principio de la nueva concepción del termino Guerra Tecnológica que se ha estado gestando en la última década.
En paralelo a estos acontecimientos, Internet fue creciendo en número de usuarios e infraestructura tecnológica hasta convertirse en la red neuronal que es hoy en día. Y evidentemente, los gobiernos saben perfectamente que los nuevos talones de Aquiles están por un lado en la protección de los datos que circulan por Internet y de cómo mantener operativos y a salvo de ataques aquellos servidores gubernamentales y de empresas claves que se encuentran conectados a esta red. Por otro lado, estos mismos gobiernos tienen muy claro que Internet está fuera de su control directo y que es un espacio en el que las personas pueden expresar sus ideas y sus opiniones de forma libre y denunciar todas aquellas actividades delictivas que realizan tanto las personas como los gobiernos, cosa que como estamos viendo les irrita profundamente.
Hace unos meses, varias empresas y organismos gubernamentales estadounidenses sufrieron ataques de denegación de servicio que provocaron que dejaran de estar disponibles en Internet. WikiLeaks ha destapado que detrás de estos ataques está China y esto explicaría, en parte, porque los USA están últimamente realizando tantas maniobras conjuntas con Corea del Sur. Las tensiones con Corea del Norte son la excusa perfecta para hacer una demostración de fuerza en toda la zona y recordarles a todos quién sigue siendo la primera potencia armamentística mundial y lo peligroso que puede llegar a ser el meterse con ellos.
Pero algo está cambiando a raíz de estos últimos ataques que ha sufrido Estado Unidos. La prueba piloto que se está llevando a cabo contra WikiLeaks y las organizaciones que la apoyan son un anticipo de como se combatirá en las próximas décadas. Los acontecimientos a los que estamos asistiendo los últimos días son de manual básico de contrainsurgencia: Poner en marcha toda la maquinaria política y diplomática para garantizar y legalizar las acciones que se llevarán a cabo, minar la moral del enemigo a través de la intoxicación de la opinión pública, cortar las vías básicas de suministro coaccionando a las empresas de hosting, servidoras de dominio y bloqueo de todas las cuentas financieras de WikiLeaks, persecución jurídica a nivel internacional de los líderes de los grupos insurgentes, en este caso Julian Assange, y probablemente empezarán a buscar (sino lo están haciendo ya) las cabezas pensantes de la organización anonymous.
Y aquí es donde empieza la primera ciberguerra de la historia: ambos bando se están lanzado ataques de forma continuada de denegación de servicio contra las webs que creen puedan causar mayor repercusión en la opinión pública. El gobierno del presidente Obama, a parte de las medidas que he mencionado anteriormente, ataca sin descanso las webs que acogen la información que antes tenía WikiLeaks.org y ahora también la web de Anonymous. A su vez, esta organización está llevando a cabo ataques contra el banco suizo que bloqueó las cuentas de Julian Assange y contra PAYPAL por el mismo motivo. Mientras tanto Julian Assange pasará su primera noche en una cárcel de Londres donde espera a que el juez decida si se le extraditará a Suiza por los delitos de los que se le acusa y que recordemos que la fiscalía de ese mismo país ya había desestimado este mismo verano.
Como ya he comentado en algunas ocasiones en este blog, la propia naturaleza distribuida de Internet hace que todos estos esfuerzos por “eliminar” al enemigo no sean más que pequeños contratiempos que se subsanan con la creación de cientos de sites idénticos al atacado y que seguirán ofreciendo la misma información pero ahora con mayor repercusión mediática que antes del ataque. No hay nada que una más a un grupo disgregado que tener un enemigo común contra el que unirse y luchar: en nuestro caso los gobiernos llamados democráticos que utilizan la censura informativa para tapar sus escándalos políticos y la violación del derecho internacional para no tener que pasar cuentas delante de la justicia.
Oscar Pin – Consultor TIC/ http://oscarpin.com