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Lo que dejó la bancarrota de Grecia: mendigos, delincuencia y drogas

14 diciembre, 2010

Los visitantes habituales de la plaza Omonia, en el centro de la capital de Grecia, están sorprendidos por la delincuencia y el tráfico de droga que se concentró allí en los últimos meses.

Gente pidiendo limosa o vendiendo artículos de contrabando exponen la situación de personas que se esfuerzan por sobrevivir de cualquier manera. El principal problema es el tráfico de droga. A la vista están las personas que mantienen intercambios comprando y vendiendo distintas substancias ilegales.


Los consumidores preparan y se inyectan a la vista de todos. Las calles de Atenas se deterioraron con rapidez desde principios de este año, remarcó Marina Vichou, activista de derechos humanos y ex integrantes del consejo municipal local.

«La creciente inseguridad, causada principalmente por la crisis económica, aumentó la xenofobia y dejó lugar a organizaciones de extrema derecha aparecieran como liberadoras de los espacios públicos de la ‘invasión extranjera’ en los devaluados barrios de Atenas», explicó.

«En los últimos tiempos afianzaron su presencia y colaboraron con algunos habitantes, en especial jóvenes de origen albanés, para perpetrar ataques violentos y cada vez más racistas contra asiáticos y africanos», añadió.

La organización neo-nazi Alba Dorada obtuvo en las últimas elecciones, a principios de noviembre, una sorprendente cantidad de votos, más de cinco por ciento en la capital, lo que le asegura un asiento en el consejo municipal de Atenas.

«Muchos ciudadanos premiaron con su voto al Alba Dorada por crear un régimen especial de protección con soldados de asalto y bajo la tolerancia de las autoridades formales en sus barrios», explicó Dimitris Psarras, periodista del diario Eleftherotypia.

Es una táctica utilizada como «una solución al flujo constante de extranjeros en sus barrios», añadió Psarras. La gran cantidad de nuevos pobres no presagia nada bueno en lo que respecta a aliviar las tensiones raciales en Grecia, explicó Nikitas Kanakis, jefa de la organización Doctores del Mundo.

«Las estrictas medida de austeridad impuestas por el gobierno reducen los fondos de los servicios estatales de bienestar social. Eso empeora el estándar de vida de la gente y lleva a una competencia de la población local con los extranjeros», dijo Kanakis a IPS.

«Hay soluciones baratas que las autoridades pueden implementar pese a la recesión», explicó Kanakis. «Abrir refugios dormitorio y baños públicos en el centro para sacar a la gente de la calle ayudaría a aliviar la presión», apuntó. Con la falta de servicios sociales efectivos surgen nuevas formas de regulación. «Las comunidades étnicas se organizan y se enfrentan entre sí», indicó Kanakis. «Estamos viendo el nacimiento de pandillas. Atendemos entre seis y siete episodios de ataques violentos al día», añadió.

Las posibilidades de que la situación mejore no son nada halagüeñas. IPS