Algo que sorprende considerando que Messi viene de marcar clic 52 goles con su club, el FC Barcelona, incluyendo algunos realmente espectaculares (por ejemplo, contra el Real Madrid), y que va rumbo a ganar su tercer premio consecutivo como mejor jugador del mundo según la FIFA.
De hecho, es más fácil encontrar murales del Che Guevara (otro rosarino) y Diego Armando Maradona (quien no es rosarino) que del propio Messi.
«Es que no hace falta tenerlo en todas partes, lo queremos y admiramos igual», me dijo el dueño una tienda en el centro de la ciudad.
Quien haya hablado aunque sea algunos minutos con el joven atacante inmediatamente puede percibir su enorme timidez. Es extremadamente monosílabico, aunque cortés; y se le nota incómodo cuando se le instiga a ser extrovertido.
Quizás Rosario le respeta a Messi su preferencia por el bajo perfil, y hay un acuerdo tácito en no explotar su imagen en cada esquina, como sí sucede, por ejemplo, en Buenos Aires.
Y es que Messi, pese a su cada vez mayor estatus de superestrella del fútbol (y también de multimillonario), aún regresa con frecuencia al mismo lugar humilde donde nació y creció, para juntarse con su familia (varios aún viven allí) y sus amigos del barrio.
«Es que además le encantan las milanesas de su tía», reveló a BBC Mundo un periodista local cercano a la familia. MAS DETALLES