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En el país de las libertades, dos presos tiene 40 años completamente aislados, con un trato cruel e inhumano

10 junio, 2011

Amnistía Internacional (AI) ha reclamado al Estado norteamericano de Luisiana que elimine «de inmediato» el régimen de aislamiento al que están sometidos desde hace casi 40 años dos reclusos y ha advertido de que esta situación «cruel e inhumana» viola las obligaciones de Estados Unidos ante el Derecho Internacional.

Albert Woodfox, de 64 años, y Herman Wallace, de 69, fueron puestos en régimen de ‘Restricción de Celda Cerrada’ (CCR, por sus siglas en inglés) en la Penitenciaría Estatal de Luisiana desde que fueron condenados por el asesinato de un guardia de la prisión en 1972.

Según la organización, «nunca» se han encontrado pruebas materiales de que asesinasen al guardia, se han perdido pruebas «potencialmente exculpatorias» y las condenas se basaron en testimonios «cuestionables» proporcionados por otros reclusos, e incluso se sospecha, con documentos, que el testigo principal fue «sobornado» por funcionarios de la prisión.


Salvo periodos muy breves, desde entonces ambos presos permanecen en régimen de aislamiento 23 horas al día, con limitaciones en las llamadas telefónicas y en las visitas, sin apenas acceso a libros, periódicos y televisión y sin permiso para trabajar ni para recibir educación.

«El trato al que Albert Woodfox y Herman Wallace han sido sometidos durante las últimas cuatro décadas es cruel e inhumano, y constituye una violación de las obligaciones contraídas por Estados Unidos en virtud del Derecho Internacional», declaró la directora adjunta del Programa para América de Amnistía Internacional, Guadalupe Marengo.

Ambos permanecen 23 horas al día recluidos en sus celdas, que miden dos por tres metros. Cuando el tiempo lo permite, pueden salir al exterior tres veces por semana para una hora de ocio en solitario en una pequeña jaula al aire libre. Durante cuatro horas semanales, se les permite salir de su celda para ducharse o para caminar, en solitario, a lo largo del pasillo de la unidad de celdas.

Aparte, se les restringe el acceso a libros, periódicos y la televisión. Durante las últimas cuatro décadas no se les ha permitido en ningún momento trabajar o tener acceso a educación. La interacción social se ha limitado a visitas ocasionales de amigos y familiares y a llamadas de teléfono limitadas.

Los abogados de los dos reclusos han explicado a Amnistía Internacional que ambos sufren graves problemas de salud causados o agravados por sus años de régimen de aislamiento.KAOS EN LA RED