El ataque a Italia del mercado en las últimas semanas y, muy especialmente, la ofensiva del pasado viernes han dado un vuelco dramático a la crisis. Rescatar a la tercera economía de la zona euro, cuyo Estado es el segundo más endeudado de la moneda única en términos porcentuales (sólo por detrás de la ruinosa Grecia), obligaría a movilizar 1 billón de euros.
Al fondo de rescate al que contribuyen Europa y el Fondo Monetario Internacional (FMI) sólo le quedan 600.000 millones. El regulador de la bolsa italiana pone cerco a la venta al descubierto.
Hace año y medio que el gurú Nouriel Roubini, uno de los pocos que además de ver venir la crisis tuvo el valor de advertirlo en público, advirtió que el problema no eran Grecia, Irlanda o Portugal; sino España e Italia, dos países demasiado grandes para dejarlos caer, pero también dos economías excesivamente grandes para poder rescatarlas. El desplome de cualquiera de las dos amenazaría la supervivencia del euro, y podría devolver a la recesión a la economía mundial, tras casi un lustro de crisis.
En primavera de 2010, recién rescatada Grecia con un fondo improvisado entre Europa y el FMI con préstamos a entregar entre 2010 y 2012 por un total de 110.000 millones de euros, los mercados seguían temiendo más quiebras. El miedo se centraba en España. EL ECONOMISTA