La prostitución de alto standing enloquece a los revolucionarios. La proliferación de barraganas al mismo estilo de Jaime Lusinchi, permite ensanchar la corrupción a espaldas de “Águila Uno”.
Millones de bolívares, viajes y regalos costosos para las chicas prepago traen de cabeza a altos empresarios de Pdvsa, políticos, militares y gerentes de Ministerios que sucumben a los atributos de modelos y actrices. Los diputados mantienen en nómina un cuerpo de masajistas pagadas con dinero del Estado.
Me informa una fuente del PCV que, a pesar de las críticas a parlamentarios de peso, el despilfarro sigue. Y lo más grave, a espaldas de sus señoras esposas.
El finado Luis Piñerúa Ordáz bautizó a Blanca Ibáñez como la barragana más famosa de Venezuela. La señora secretaria pasó a comandar el ejecutivo y dirigir la política del país. Al igual que ella, la nueva generación de pécoras influye en sus “clientes” ‘para lograr contratos con el Gobierno, colocar familiares en puestos claves y amigos en el servicio exterior. Las chicas prepago están dando la hora. La debilidad de una buena gestión se va por la bragueta.
La política comunicacional del Gobierno está dirigida por profesionales irracionales, sin estilo ni forma. La propaganda como arma de información oficial se infravalora por la carencia de conocimientos técnicos en comunicología.
El ministro de Comunicación, Andrés Izarra, sin formación académica, es suplantado con creces con Mario Silva de La Hojilla. Y, a pesar que es solo bachiller, tiene más dotes de comunicador que el propio ministro. Y por ende, su presencia en los medios es superior.
Las redes sociales son un arma de comunicación vital. La utilizó Obama en su campaña. Aquí los ministros pareciera que no trabajarán y se dedican parte de sus horas de curro a escribir pendejadas a los que los seguimos por interés de información oficial. Ese gasto en Blackberry lo paga el Estado, así como los planes corporativos para amantes, amigos y familiares.
Venezuela no es otra. Sigue siendo la misma por una cuerda de enchufados que siguen la misma pauta viciosa de la IV República. ¿Cuál es el cambio? Ninguno. Tenemos barraganas, funcionarios corruptos, desidia por carajazo, colapso de vías, inseguridad, tráfico de influencias y como antes, un cabrón que, como Carlos Croes o Teodoro, dijo alguna vez, que Venezuela estaba “bien”.
Dato: Funcionario del Sebin trabaja como asesor privado de seguridad de un gobernador de la oposición, incrustado en las filas del chavismo. Tengo información que varios funcionarios protegen al entorno íntimo del mandatario.
Un importante financista está blindado por los chicos que acuden en fila india a resguardarle las posaderas al viejo contratista.
Sin desperdicio: CNI de España tiene su base de operaciones en Venezuela. La red de espionaje funciona desde varios restaurantes de Caracas, Valencia, isla de Margarita y Puerto La Cruz. Los agentes son personajes insospechados que ganan miles de euros al mes. JOSE LUIS CARPIO/ LA CLAVE