En la década los ochenta, América Latina sufrió los embates de los zamuros financieros del globo. Entró en un espiral inflacionario, crisis, protestas, decrecimiento, y por supuesto, impago. Fue la llamada década perdida para nuestros países
Ahora le toca a Europa, que comenzó con Irlanda, siguió Grecia, Portugal, y muy pronto, probablemente, España e Italia.
¿Cómo se llega a esa situación de insolvencia en el pago de las deudas?
Los grandes prestamiestas del mundo son la Reserva Federal de EEUU y el Banco Central Europeo (BCE), que a su vez facilitan el dinero a poderos bancos privados del orbe (interés ventajoso del 1%).
Estos bancos, a su vez, prestaban ese dinero a los países en problemas de insolvencia, como por ejemplo Irlanda o Grecia, pero a un interés del 5%, para préstamos de tres meses, y alrededor del 12% para los títulos a 10 años
Lógicamente estas tasas crecen en la medida que el país es calificado como potencial cesante de pago. Es decir, aumenta su riesgo, por lo cual también el préstamo
Hasta allí todo bien, el BCE y la Reserva Federal, prestan a sus socios y estos le sacan los ojos a los países, que deben privatizar, reducir puestos de trabajo, pensiones, recortes sociales,salarios, para poder pagar. Esto a su vez originan las protestas como las sucedidas en Grecia, Irlanda, Portugal y España.
Los banqueros no suelen tener piedad con nada, y menos con los Estados, que al entrar en impago o quiebra, son desechados del sistema, para que no contamine al resto
Normalmente, famosas agencias de inversionistas como Morgan Stanley y J.P. Morgan se encargar de ranquear a los países que piden prestados. Es decir, otorga una puntuación que utilizan los bancos para determinar la tasa de interés del préstamo
Para que estas agencias, que a su vez pertenecen a la misma casta de banqueros o tienen enormes influencias, den un visto bueno para los préstamos, los países deben obedecer de alguna forma sus recomendaciones: disminuir el gasto social, privatizar hasta el alma, reducción de salarios, reducción de burocracia, etc.
Es decir, están atrapados, a menos que se unan y decidan no pagar más los nocivos intereses de la deuda o una moratoria unilateral. Del resto, los países en problemas seguirán trasladando esos problemas a los más pobres, como lo hizo Obama en 2008, que en vez de otorgar beneficios a las personas, desembolsó un megacrédito para los banqueros RUBEN MARCANO/IO